El contrarreloj del ascensor ascendente
(Trad. Dana Oprica)
Retiré mi dedo del botón, escuchando como suena el mecanismo.
Alguien de más arriba había llamado al ascensor.
Pensé que el impulso de subir voló desde mí hacia el cielo
abandonándome en una gravitación aberrante, de fin del mundo,
cuando todo se desploma sobre esta tierra que a todos traga.
Alrededor, no encontraba apoyo en nada para no derrumbarme,
mientras el sol se describía, en la escalera del bloque-torre,
como humo de un fogón que casi se ha consumido.
Mi identidad interior ahora se esfumaba,
de regreso hasta la impresión de vida de mi abuelo, antiguo combatiente
en Sebastopol.
El precipicio existencial reventaba en mi ser,
como una bomba lanzada sobre la ciudad,
desde un avión.
Me desperté saludando, con la mano en el aire, a un vecino de piso;
entreél y yo, vislumbraba la carlinga del avión.
Desde sus manetas, el piloto ondeaba amigablemente un pañuelo de su tiempo.